sábado, 2 de junio de 2007

Siguen las diligencias judiciales sobre el asesinato de Marisa González, hace dos años, en Rosario, Argentina


Del diario La Capital, Rosario, Argentina

Nota. En esta noticia se hallan varios puntos de especial interés. Primero, siguen las diligencias judiciales. Segundo, por una vez la víctima no estaba marginalizada, sino que seguía en su medio de clase alta, lo que parece, pero sólo parece, situar la motivación fuera de la transfobia y los ambientes callejeros tristemente habituales. Tercero, el autor de la nota escribe correctamente el nombre de la víctima, pero lo califica como seudónimo y usa la expresión "el transexual", lo que no respeta su voluntad


ADN a tres personas por un crimen alevoso

Ariel Etcheverry / La Capital

El juez penal de Instrucción Alfredo Ivaldi Artacho ordenó la realización de tres exámenes de ADN en el marco de la causa judicial por el crimen de Marisa González, el transexual asesinado de varias puñaladas hace poco más de dos años en su casona de Pellegrini 341.

   Quienes ya se sometieron a esa pericia son las tres personas que vieron por última vez con vida a la víctima: su hija adoptiva adolescente, la pareja de la muchacha y la mujer que convivía con González y era su ama de llaves.

   La medida, según fuentes judiciales, se realizó el lunes 28 de mayo, es decir el mismo día en que se cumplieron dos años del asesinato. Marisa Dominique era el seudónimo que utilizaba Juan Antonio González, el primer transexual rosarino en someterse a una operación para cambiar de sexo. El sábado 28 de mayo de 2005 al mediodía fue encontrado en la biblioteca de la planta baja del palacete ubicado en Pellegrini entre Ayacucho y Alem.

La autopsia determinó que Marisa fue asesinada cerca de las 3 por alguien conocido. No había puertas ni ventanas forzadas y el autor del cruento crimen no logró llamar la atención de Esther Vera, la ama de llaves que a esa hora se supone que dormía en el primero piso del caserón.

   Tras varios intentos fallidos por ubicarlos, ya que habían cambiado de residencia sin avisar en el juzgado, Vera, la hija María José y su concubino, Martín Locatelli, concurrieron a primera hora de la mañana del lunes pasado al Instituto Médico Legal, donde se sometieron a una extracción de sangre.

   El objetivo del estudio es cotejar el patrón genético de unas gotas de sangre halladas en el picaporte de la puerta de la sala donde fue asesinada Marisa, en el piso de esa habitación, cerca del zaguán de ingreso a la casa y en un baño de la planta alta de la casa, donde se sospecha que el o los asesinos se hayan lavado antes de escapar. El mismo procedimiento se realizará con restos de cabellos y unas colillas de cigarrillo, «levantados» en la escena del crimen.

   El juez ordenó esas medidas, que podrían derivar en un careo entre esas personas al recibir los resultados de una pericia caligráfica solicitada en su momento por la representante legal de uno de los hermanos de González, Ana María Ferullo, en el expediente que se tramita en el juzgado Civil Nº12. En ese fuero, se discute la presunta falsedad del testamento que dejó Marisa, donde nombró a su hija María José, entonces de 17 años, única heredera de sus bienes.

   “Impugnamos ese testamento porque las firmas eran falsas. Eso quedó acreditado luego de una pericia realizada por un perito oficial de la Corte Suprema. Las firmas en la partida de nacimiento de María José eran falsas y las de dos testigos que aparecen en el testamento también. Requerimos que ese informe sea incorporado al expediente penal y que se hagan pruebas de ADN con las tres personas que estuvieron con Marisa la noche en que la mataron”, explicó la abogada.

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