Pelusa, Macarena, Susana... En las últimas semanas, las travestis argentinas han sido masacradas.
Sólo una rápida toma de conciencia de la sociedad, general, que ponga en marcha todos los recursos institucionales, la acción policial decidida y hasta preferencial, puesto que la experiencia ha sido extrema, pueden disuadir a los criminales.
Que para eso se mire la humanidad de las víctimas. Una, de 21 años (y nunca se es travesti, se expone a lo que nos exponemos, por gusto); otra, una activista, comprometida, probando que la valentía y el heroísmo surgen también en los descampados, o más que en otras partes; otra, retirada de la prostitución, pero no de la atención a sus compañeras, para evitar el sida.
Y sobre todo, que ya no están solas. Hay Asociaciones en Argentina que se comprometen ejemplarmente con sus hermanas; las nuestras, en España, Francia, Gran Bretaña, Estados Unidos, van a estar presentes en el sufrimiento de nuestras hermanas argentinas, haciendo lo que podamos, comprometidas con ellas por lo mismo que nuestra vida ha sido sus heridas o su muerte.
Que se sepa que lo que ha pasado tiene un nombre, crímenes de odio, y que tenemos que parar el paso a ese odio.
Kim Pérez Fernández-Fígares
Presidenta de la Asociación de Identidad de Género de Andalucía (España)
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