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Marcharon para pedir justicia por crimen de travesti salteña
Fecha de publicación: 15/12/2006
Ciudad de Salta – (Radio Salta)
Familiares y amigos de la travesti asesinada realizaron una marcha de silencio para pedir que se esclarezca el crimen.
La marcha comenzó cerca de las 20.00 en la zona del Teleférico y finalizó en Plaza 9 de Julio.
Los familiares directos de la víctima y sus amigos llevaban remeras con el rostro de Pelusa. Además portaban banderas que distinguen a las comunidades gay y lesbiana a nivel mundial. Durante la marcha se pudieron ver carteles con la leyenda "Justicia para Pelusa, que su crimen no quede impune".
Al finalizar el recorrido los presentes cantaron el Himno Nacional Argentino y leyeron un discurso donde rechazaron las hipótesis policiales de un supuesto ajuste de cuentas por drogas, como así también el del robo.
"Pelusa era una luchadora que continuamente denunciaba los abusos policiales y terminó muerta, deberían investigar más ese aspecto, dijo Rosario, una de sus compañeras.
Una hipótesis que desde el poder no se quiere considerar
Por Miguel Brizuela
Del orgullo gay al crimen homofóbico: "A Pelusa la mató la Policía"
El paralelo con Sandra Cabrera, asesinada por la mafia policial
Pelusa, la dirigente travesti que denunciaba a la policía de Salta por malos tratos, persecución y coimas fue asesinada el 29 de noviembre en esta ciudad.
El gobierno, el diario El Tribuno y el juez de la causa parecen seguir una sola hipótesis: un ajuste de cuentas relacionado con la venta de drogas. La prensa especuló con la posibilidad de un crimen pasional e incluso de un asesinato "por envidia de la exposición mediática".
Pero los amigos, los familiares y las travestis salteñas tienen una idea muy distinta a la de la prensa, el gobierno y la justicia. Creen que hay que buscar a los asesinos dentro de las fuerzas policiales. "El enemigo principal de Pelusa era la policía", señala Rosario, su compañera de lucha.
Pelusa vivía en una humilde vivienda en el Pasaje de los Partidarios, a 10 metros de la Avenida Independencia. Un pequeño departamento propiedad de su familia, que reside a dos cuadras de allí, en Independencia 62.
Era noche de martes del martes 28 de noviembre. Llovía y -como acostumbraba en circunstancias así- Pelusa no iba a salir a trabajar. Pero recibió un llamado telefónico y se cruzó hasta la casa de la familia Guanuco donde guardaba su vehículo. La señora Guanuco, su amiga de años, le dijo: "Pero Pelusa, no salgás esta noche, quedate, está lloviendo".
Pelusa le dijo que tenía que salir, que había recibido el llamado de un cliente. Sacó el auto y se fue. Eran las 23,30. Una hora y cuarto después era acuchillada en el barrio 20 de Febrero, en inmediaciones del Estadio Delmi. Ella no trabajaba por esa zona, sino por las calles Tucumán y Corrientes. Todo indica que cayó en una celada. Que la atrajeron para matarla. Le asestaron 7 cuchilladas, salió del auto malherida, alcanzó a pedir auxilio en una casa y quedó tendida, agonizando en la vereda. Trasladada al San Bernardo, murió poco después.
Las hipótesis del poder
El automóvil de Pelusa, un flamante Rover, quedó en el lugar. No hay indicios de robo. Se habló de un crimen pasional, de los celos de una pareja de la travesti, un tal Fabricio, joven alto de cabellos rubios largos. Esta posibilidad es descartada por amigos y familiares que dicen que Pelusa, aunque tuvo parejas, no tenía ahora vínculos sentimentales fuertes o apasionados que pudieran generar tal desenlace.
Entonces vino la hipótesis de la venta de drogas. La policía señala el hecho de que Pelusa tuviera un automóvil nuevo como indicio de que además de su trabajo sexual -o concomitantemente con éste- era una "dealer", es decir, que vendía drogas al minoreo a sus clientes. Esto habría ocasionado un ajuste de cuentas relacionado con el submundo delictivo del tráfico de estupefacientes.
"En la brigada insisten en relacionar a Pelusa y Emperatriz, con la venta de drogas porque tienen vehículo", se indigna la señora Guanuco, la última persona que vió a la travesti con vida. Una vecina del barrio comenta que tiene entendido que Pelusa también se estaba haciendo una casa en San Luis.
Los familiares se muestran "dolidos" por estas afirmaciones de la prensa que recoge versiones generadas en la Policía. "Ella trabajó mucho, tiene por lo menos 16 años trabajando. Ganaba bien y era muy ahorrativa, trataba de no gastar nada, porque quería tener un auto", dice uno de sus hermanos. Paradójicamente, "Pelusa" creía que tener un auto aumentaba su seguridad, y la acuchillaron dentro de su coche.Rosario, su compañera de lucha y de trabajo, también rechaza las acusaciones de venta de drogas y la versión de un "ajuste de cuentas": "Es estúpido sostener que nosotras, perseguidas y acosadas todo el tiempo por la policía, encima vamos a dedicarnos a vender drogas. Si eso hubiera pasado hubieran tenido un motivo para abrirnos causas por un delito más grave y no por una contravención, como está catalogada la prostitución".
Las travestis tienen temor
Tras la muerte de su máxima dirigente, las travestis salteñas están atemorizadas. Si bien cerca de la medianoche algunas cruzan presurosas por el parque, al avanzar la madrugada el circuito tradicional de las calles Corrientes, San Juan y Mendoza se despuebla. Las "chicas" no aparecen por Mendoza y Catamarca, ya no se las ve en Buenos Aires y Corrientes.
Todavía conmocionada por la muerte de su amiga y compañera de lucha Rosario junta coraje y se para de noche en una esquina de Corrientes. La acompaña Soledad, que ya había abandonado el trabajo sexual para dedicarse a la peluquería, pero ahora volvió a la calle para acompañar a Rosario y luchar por el esclarecimiento del crimen de Pelusa. Dice que tiene que formalizar la Asociación de Travestis de Salta para luchar contra la violencia policial.
Las otras travestis que ejercen habitualmente el trabajo sexual han desaparecido de la zona. "Le tenemos miedo a la policía, que es la que está detrás de todo esto. Hablá con la familia. Nosotras queremos volver a trabajar pero el ambiente está muy pesado. Vamos a hacer una marcha", me dice una joven travesti en el Parque sobre la medianoche y se aleja rápidamente junto a dos compañeras.
La marcha del orgullo gay
La tercera marcha del orgullo gay en Salta, realizada hace un mes, partió desde el Teleférico y llegó hasta la Plaza 9 de Julio. Allí se realizó un fiesta con bailes, canto y consignas sobre una carroza instalada frente al Cabildo. En esa ocasión Pelusa reiteró públicamente su demanda de un espacio urbano libre de represión policial para las trabajadoras sexuales, pidió el respeto para todos los miembros de la comunidad gay y lanzó un boicot contra el boliche "La City", porque no colaboró con la marcha. "Ellos hacen dinero con nosotros, pero no pusieron ni un peso para esta fiesta".
"Sé que nos tiraron mierda en la marcha. Yo le entregué a una de las travestis 50 pesos. Cuando vino Pelusa a pedirme le dije que ya había colaborado", explica Aldo "Quique" Agüero, en la madrugada de domingo 10 con el boliche a pleno Afirma que el boicot no funcionó porque "este es un boliche de gays y los gays no se llevan con los travestis". Para mostrar que "no guarda rencor" Agüero permitió que se anuncie en el boliche la marcha del próximo miércoles, luego de que se paró la música para rendir homenaje a Pelusa con un minuto de silencio.
La homofobia del Tribuno
Una Drag Queen (travesti que oficia como una especie de "reina" en un boliche gay) se indigna: la terminología que está usando El Tribuno está cargada de prejuicio y desprecio. En efecto: la dupla Adrián Quiroga - Juan Antonio Abarzúa marcan con su lenguaje un punto de vista denigratorio y homofóbico plagado de expresiones como "el prostituto", "el hombre vestido de mujer" marcando como una especie de grotesco contraste entre lo masculino y lo femenino. ¿Lo que se quiere decir entre líneas es que en definitiva este señor Liendro merecía morir porque era un hombre vestido de mujer que se prostituía?
Pero no es el fascismo periodístico de la dupla Quiroga-Abarzúa el tema de fondo. Sino la forma en la que se escamotea la hipótesis que debió ser la principal a tener en cuenta desde el comienzo para la prensa, el gobierno y la justicia: Que a Pelusa lo mató la mafia policial que ella denunciaba.
Dos semanas antes del crimen Pelusa y Rosario protagonizaron una cámara oculta que fue difundida en el programa "La otra campana" de Cable Express. Allí se vió cómo un patrullero del 911 se aproximaba a las trabajadoras sexuales y los policías recibían un sobre con dinero. Cuando el programa televisivo salió al aire y mostró la corrupción policial Pelusa se asustó. Tal vez se dió cuenta que había ido muy lejos y que su vida estaba en peligro. A partir de allí Rosario la notó atemorizada. Finalmente la asesinaron.
Cargnello: la prédica del odio
Tras una nota crítica publicada en Salta Libre sobre la prédica del máximo jerarca de la Iglesia Católica de Salta contra los gays y las lesbianas advertí que el discurso de monseñor Mario Cargnello estimulaba el prejuicio, la discriminación y el odio y era el impulso ideológico principal para la represión policial contra las travestis. "El día que la policía mate a un travesti en Salta la conciencia de Cargnello va a estar manchada de sangre", dije entonces. ¿Ese momento ha llegado?
La actitud de Cargnello en su prédica del odio contra las minorías sexuales tuvo una dura réplica por parte de la cineasta salteña Lucrecia Martel:
"Lo de Cargnello -asustarse por las decisiones sexuales de las personas y no por el sufrimiento de la gente-, me parece de una bajeza y una pobreza extremas. Me parece avergonzante", dijo entonces -indignada- Lucrecia.
En el artículo Opción moral:Cargnello o Florencia de la V señalé:
Los terrores sexuales de Mario Carnello serían apenas ridículos o anacrónicos si no inficionaran las mentes de los policías que luego vejan a los travestis. El arzobispo de Salta descubre que los falsos valores están encarnados por los gays y travestis que muestra la televisión. Se desprende de ello que si los eliminamos de la televisión volvemos a los valores "verdaderos". O sea que algo es falso si se lo muestra y verdadero si se lo oculta. ¿Qué pasa si pasado mañana otro monseñor Cargnello decide que la maldad se encarna en los judíos, por ejemplo, o en los bolivianos? ¿Entonces, la solución final será eliminarlos de la sociedad?
Lo que nadie se pregunta
¿La posibilidad de una zona roja para las travestis que se dedican al trabajo sexual en Salta -como existe en Buenos Aires en el Rosedal de Palermo- indignó a algún sector ultracatólico que pensó que había que frenar ese proyecto eliminando a su principal promotora? ¿El odio -más explícito que el de Cargnello, adornado en supuestos valores de la moral cristiana- que aparece en pintadas como la de la primera cuadra de la calle España junto a una cruz svástica: "Muerte a los gays" puede llevar a al crimen? ¿Hay sectores de la política municipal que se vieron desbordados por los trámites de Pelusa en favor de una "zona roja" y pensaron que su reelección estaba en peligro si la iniciativa prosperaba?
Nadie considera estas posibilidades, que todas ellas bien podrían haber encontrado su "brazo ejecutor" en las fuerzas policiales corruptas que acosaban a las travestis y que Pelusa denunciaba una y otra vez.
¿Como la denuncia pública de Liliana Ledesma contra el diputado romerista Ernesto Aparicio fue también su sentencia de muerte, la cámara oculta contra la mafia policial selló el destino trágico de Pelusa?
Dos meses atrás un peluquero fue asesinado en pleno centro. También era homosexual, también se lo vinculó con drogas. Se dice que desde su celular se hizo una llamada al bajo en la que se informó: "el trabajo está hecho". Parece que todo crimen que se cometa en Salta va a tener la misma explicación: el "ajuste de cuentas".
Pero Pelusa no fue la primera travesti asesinada en Salta. Sus compañeras recuerdan otros casos. Como el de Tatiana, que apareció muerta en el 2001, ahorcada en el cerro San Bernardo. Ella se había ganado el odio de la policía porque se resistía con todas sus fuerzas a las detenciones. Una y otra vez. Hasta que ya no se pudo resistir más, porque la asesinaron. Otro crimen impune.
El asesinato de Pelusa recuerda al crimen de la trabajadora sexual de Rosario de Santa Fe, Sandra Cabrera, que fue ultimada en enero de 2004 luego de denunciar públicamente a la mafia policial que hostigaba a las meretrices en esa ciudad y las obligaba a pagar coimas para poder trabajar.
Un "comando" de moralidad ultracatólico y ultranacionalista integrado por elementos fascistas desprendidos de las fuerzas de seguridad asesinaba a gays y travestis en Mendoza en la década del 80. Otro antecedente que debería ser tenido en cuenta.
Cortinas de humo
Como una "cortina de humo" califican las travestis al anuncio de El Tribuno de que apareció un informante que se reuníó con efectivos de la Brigada de Investigaciones, el juez Jorge Raúl Sosa Vallejo, y el ministro de gobierno, escribano Víctor Manuel Brizuela para cobrar la recompensa de 50 mil pesos a cambio de datos que probarían que el crimen fue producto de un "ajuste de cuentas".
"Deberían detenerlo por falso testimonio", dice Rosario. "Porque es mentira que a nosotros alguien nos venda drogas o protección. No tenemos proxenetas. Para las travestis el enemigo está en la policía. El ministro Brizuela me dijo que la gente se queda tranquila cuando ve los patrulleros del 911, pero yo le dije que para nosotras esos móviles significan represión y terror".
El comisario Tolaba, de la Segunda, está al frente del patrullaje de la zona donde trabajan las travestis. Ahora tras la detención las envían a la alcaidía.
Marcha del silencio
El sábado a las 19,30 se celebró una misa en la Parroquia Santa Teresa de Jesúa (Florida y Tucumán) recordación de Pelusa -ella era católica, como también lo es toda su familia- al cumplirse 9 días de su asesinato.
"Los caminos de la vida a veces nos estropean, pero Dios siempre nos está esperando con su amor", dijo el padre Pablo en la homilía. El sacerdote no cree que el cardenal Ratzinger -devenido papa Benedicto XVI- haya lanzado una persecución contra los gays. Dice que la prohibición de ingreso a seminario para homosexuales se debe a la necesidad de "evitar tentaciones" y que "un católico puede ser homosexual siempre y cuando no practique su homosexualidad". Dice que no tuvo ninguna duda en celebrar una misa por Pelusa (lo menciona como "Liendro") porque "él era católico y que nadie debe juzgar al prójimo, ya que sólo Dios puede juzgarnos".
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